El
Otoño había llegado según lo previsto.
Las
hojas y el ocre inundaban de color la ciudad.
Ya casi
no recordaba las caras de los que antaño, compartieron momentos con él.
Tímidos
recuerdos en un mar de dudas.
Su
cárcel era su vida.
Postrado
desde su silla, observando esa ventana que dejaba entrar colores, olores y
ruidos,
pero que una y otra vez le devolvía a la realidad.
Aquellos
barrotes que contemplaba día y noche, traían a su mente,
el momento.
Diversión,
su Harley, una luz, dolor...
Ahora
desde su cárcel con ruedas, impotente,
expresa con sonido roto toda su ira.
Una vez
más, en la oscuridad de la noche alguien se sobresalta.
Otra
vez una persona que grita.
Tengo
miedo.
Foto: Visita Cuenca Texto: Bernard Bernard