Microrelatos - Niebla


En cuanto abrí la puerta supe de que se trataba. La intensa niebla había tomado a la fuerza las calles de casas bajas y había creado, casi sin quererlo, un auténtico escenario más propio de una película de terror que de una ciudad al uso.

Sonreí un poco a la vez que sentí terror pero avancé, con paso firme, agarrándome a las paredes empedradas mientras miraba fijamente los zapatos que sorteaban la desigual calzada.

Entre esa oscuridad luminosa algo volátil rozó mi cara. El espectro fantasmagórico que resultó ser una sábana hizo que apresurara el paso y avanzara con mayor decisión hasta el filo de las empinadas escaleras que prometían un difícil descenso.

Al girar en la calle, una mano huesuda me tocó y fue entonces cuando vi a aquel hombre de calva reluciente y tez arrugada que avanzaba hacia mí lentamente.

Solté un grito ahogado y eché a correr cuesta abajo y si freno. Al llegar a la Puerta de Valencia la niebla se había disipado. Miré allá arriba, el resto de los ciudadanos que iban a sus trabajos no podían imaginar la gran aventura que acababa de vivir.

Aquel hombre, uno de mis vecinos de Tiradores, nunca volvió a mirarme igual, eso sí, puedo decir que, durante algunos minutos, estuve dentro de esos largometrajes terroríficos que tanto me gustan.

Fotografía: Luis Moya Romero     Texto: Sally Skeleton

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