Microrelatos de Cuenca - Candiles de media noche

Sus pasos sonaban contundentes cruzando la anteplaza. No suele tener una la suerte todos los días de que la nombren socia en su trabajo. Sus años de esfuerzo como abogada habían valido la pena. Ahora, sus tacones la acompañaban en su camino hacia el descanso.

A su paso, mas de una mirada furtiva a la que enfrentarse. Se sentía poderosa, hoy nadie podía detenerla. Aún.

No tardó en volver a notarlo, justo cuando entraba de nuevo en aquella angosta calle. Una tenue luz, teñida de intenso color amarillo debía acompañar sus últimos pasos hasta la puerta de su morada.

Una y otra vez, no podía quitarse de la cabeza que los últimos pasos antes del descanso, después de una larga jornada, debía darlos con el temor y la única compañía del sudor frio en su espalada, y la luz de aquel candil amarillento.

Cruzó la luz, solo faltaban unos pasos. Llave en mano giró la última estación de su viaje. De repente algo la roza, la luz se apaga. No se oye nada.


Foto: Luis Moya   Texto: Bernard Bernard

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